El clásico cordobés siempre despierta pasiones, y esta vez no fue la excepción. En un partido cargado de intensidad, goles y momentos de tensión, Belgrano y Talleres empataron 2 a 2 en el estadio Gigante de Alberdi, dejando una postal imborrable para los hinchas y para el fútbol argentino.
Desde el inicio, el encuentro se perfiló como uno de esos choques difíciles de olvidar. Belgrano golpeó primero y lo hizo de manera fulminante. A menos de un minuto de haber comenzado, Reyna dejó en el camino a Herrera y definió para abrir el marcador. Talleres, sorprendido y con toda la hinchada local en contra, tuvo que remar desde atrás desde el arranque mismo del partido.
A pesar del golpe anímico, el equipo dirigido por Javier Gandolfi no bajó los brazos. Tuvo la actitud necesaria para plantarse y buscar la igualdad. El primer intento fue frustrado por el árbitro, que anuló el tanto por posición adelantada. Pero poco después, el colombiano Sosa sacó un remate potente desde fuera del área que se metió en el ángulo, decretando el 1 a 1 parcial.
Sin embargo, la alegría le duró poco a la “T”. Apenas cinco minutos más tarde, Belgrano volvió a ponerse en ventaja, demostrando que no necesitaba demasiadas conexiones para lastimar. Más adelante, Talleres tuvo la oportunidad de empatar mediante un penal, pero Losada adivinó la intención de Bustos y atajó el disparo, lo que sumó dramatismo a un duelo que ya era electrizante.
En el complemento, Talleres salió decidido a cambiar el rumbo. Y lo logró rápido. A los dos minutos del segundo tiempo, Alejandro Martínez encontró espacio, acomodó su pierna izquierda y la colocó en el ángulo con una exquisita definición. El 2 a 2 encendió nuevamente el encuentro, que se volvió de ida y vuelta con situaciones para ambos lados, manteniendo la tensión hasta el último segundo.
Pero no solo dentro del campo hubo emociones. Faltando pocos minutos para el final, una serie de bengalas y fuegos artificiales obligaron al árbitro Fernando Rapallini a detener el juego momentáneamente. El clima se recalentó aún más tras el pitazo final, cuando varios jugadores protagonizaron un cruce en el círculo central.
El empate dejó un sabor agridulce en ambos equipos, pero el espectáculo fue digno de un verdadero clásico. Goles, garra, polémicas y un ambiente cargado de emoción marcaron una jornada que quedará en la memoria del fútbol cordobés. Un empate con sabor a victoria para los que aman este deporte.